como letras caídas de tu alma
y mojé tus versos
con hojas desprendidas de mis ojos.
Karla
Era el contagio
y el temblor de tus sentimientos en un libro.
Autor: Romeo Molina
San Salvador, El Salvador
Autor: Romeo Molina
San Salvador, El Salvador
Qué tiene tu veneno
que me quita la vida solo con un beso
y me lleva a la luna
y me ofrece la droga que todo lo cura
Dependencia bendita
invisible cadena que me ata a la vida
y en momentos oscuros
palmadita en la espalda y ya estoy más seguro.
Se me ponen si me besas
rojitas las orejas.
Pon carita de pena
que ya sabes que haré todo lo que tú quieras
ojos de luna llena
tu mirada es de fuego y mi cuerpo de cera.
Tu eres mi verso, pluma, papel y sentimiento,
la noche yo y tú la luna,
tú la cerveza y yo la espuma.
Se me ponen si me besas
rojitas las orejas.
Por Enrique Gómez Juliá
Asturias, España
Febrero 1, 2005
Pasó volando la mariposa, pasó
y la contemplé alejarse
con su vuelo inestable
mecida por el viento
mientras mi mente vomitaba recuerdos
de lo que nunca volverá.
Enrique Gómez Juliá-
Oviedo, España
7 de mayo de 2006 - 13:17
Aunque estés
al otro lado del mundo,
te echo de menos.
Aunque vivas
al otro lado de la vida(una vida sin vida)
te llevo en mi recuerdo.
Aunque hayas dado la vuelta
al cinturón del espacio
y estés al fondo de sol,
me dejaste tu cielo.
Aunque tu voz
ensaye un canto cada día
con sus notas redondas,
a mí me llega el eco.
Aunque el alba
despierte entre tus manos
y busques el rumor de las olas,
yo he guardado tu aliento.
Aunque busques
la noche, la luna, los mares,
y todo el mundo entero,
el amor vive en mi cofre secreto.
Te llevaste abrazos, caricias,
la seda de tus besos,
pero tu fuerza y tu ternura infinita
quedaron en mi pecho.
¿De qué me sirve conquistar el mundo?
¡El amor lo tienes tú…
y estás tan lejos!
Enrique Gómez Juliá
Asturias, España
Abril 2005
Para Karla este poema temporal
luces del atardecer, llevan la ciudad
distante del hombre que escribe en silencio.
luces del atardecer, justifican las palabras
que ahora se acomodan en todas las cosas.
luces del atardecer, después de la sobremesa
y la casa vacía. La ciudad pudo haber sido mayor.
luces del atardecer, vengan a mí
cuando yo sea el otro que dice estar en mi lugar.
Autor: Luis Manuel Pérez Boitel
11 de enero de 2006
Remedios, Sta. Clara, Cuba
El amor no es vida,
es solamente una electrocutación
de la cual sólo salimos
con más ansia de luz.
Pero las obsesiones
son la dulzura de la soledad
son tangibles en el sueño,
esperadas en el umbral del alba
inesperadamente realizables.
Pero no hay nada mejor
que el sol
durmiendo entre tus piernas
beso a beso.
Nada puede tocarte como yo.
1997
Otoniel Guevara
en Metrópolis, San Salv., El Salvador
las yemas de mis dedos interpretan el lenguaje braille de tu piel
- insensata ceguera de amor -
y dibujan océanos en tu espalda, esos que ahora nos separan,
en los que zambullir mis sentidos.
mi lengua busca tu lengua, la saluda, la reta, se enrosca, se despide
y se aleja a explorar el sabor salado de tu cuerpo… ¿o acaso era dulce?
y como las olas del cantábrico en los temporales de octubre
se alzan bravías y desafiantes para estallar en la orilla
y morir sumisas filtrándose en la arena de la playa,
así muero yo entre tus brazos
deseando ocupar cada poro de ti…
hasta que el verdugo de cuatro dígitos de mi mesita de noche
ejecuta la sentencia de enfrentarme, un día más, a la fría realidad.
Enrique Gómez Juliá
Asturias, España